Tú en el alto balcón…
(Josefina de la Torre)
Tú en el alto balcón de tu silencio,
yo en la barca sin rumbo de mi daño,
los dos perdidos por igual camino,
tú esperando mi voz y yo esperando.
Esclavo tú del horizonte inútil,
encadenada yo de mi pasado.
Ni silueta de nave en tu pupila,
ni brújula y timón para mis brazos.
En pie en el alto barandal marino
tú aguardarías mi llegada en vano.
yo habría de llegar sobre la espuma
en el amanecer de un día blanco.
Pero el alto balcón de tu silencio
olvidó la señal para mi barco.
Y me perdí en la niebla de tu encuentro
-como un pájaro ciego-, por los años.
Recuerdo de sombras
(Concha Méndez)
Sobre la blanca almohada,
más allá del deseo,
sobre la blanca noche,
sobre el blanco silencio,
sobre nosotros mismos,
las almas en su encuentro.
Sobre mi frente erguido
el exacto momento,
dices que en una sombra
vives en mi recuerdo.
Síntesis de las horas.
Tú y yo en movimiento
luchando viva a vida,
gozando cuerpo a cuerpo.
Dices que en estas sombras
vives en mi recuerdo,
Y son las mismas sombras
que están en mí viviendo.
Todo, menos venir para acabarse…
(Concha Méndez)
Todo, menos venir para acabarse.
Mejor rayo de luz que nunca cesa;
o gota de agua que se sube al cielo
y se devuelve al mar en las tormentas.
0 ser aire que corra los espacios
en forma de huracán, o brisa fresca.
¡Todo, menos venir para acabarse
como se acaba, al fin, nuestra existencia!
Luz y Agua
(Juan Ramón Jiménez)
La luz arriba —oro, naranja, verde—,
entre las nubes vagas.
-¡Ay árboles sin hojas,
raíces en el agua, ramajes en la luz!-
Abajo, el agua —verde, naranja, oro—,
entre la vaga bruma.
…Entre la bruma vaga, entre las vagas nubes,
Luz y agua —¡qué májicas!—se van.
Mi niña se fue a la mar [Andaluzas]
(García Lorca)
Mi niña se fue a la mar,
a contar olas y chinas,
pero se encontró de pronto,
con el río de Sevilla.
Entre adelfas y campanas
cinco barcos se mecían,
con los remos en el agua
y las velas en la brisa.
¿Quién mira dentro la torre
enjaezada, de Sevilla?
Cinco voces contestaban
redondas como sortijas.
El cielo monta gallardo
al río, de orilla a orilla.
En el aire sonrosado,
cinco anillos se mecían.
Nana de la tortuga
(Rafael Alberti)
Verde, lenta la tortuga
¡Ya se comió el perejil,
la hojita de la lechuga!
¡Al agua
pato!
Y sí que nos gusta a mí
y al niño ver la tortuga
tontita y sola nadando. |